ABRIL, EL MES EN QUE EL ALMA TAMBIÉN FLORECE

   La primavera tiene esa forma única de despertar cosas dormidas. No solo llena los árboles de hojas nuevas o pinta el cielo de un azul más limpio. También toca algo dentro, como si el corazón reconociera que es tiempo de renacer. Abril llega con esa promesa. Con días más largos, con colores más vivos, con la sensación de que algo empieza, aunque todavía no sepamos exactamente qué.

Hay algo en este mes que nos invita a abrir espacio. A dejar atrás lo que pesaba, a sacudir lo viejo, a mover las emociones estancadas como quien abre las ventanas después de mucho tiempo. Y aunque afuera el mundo no siempre cambie al mismo ritmo que el calendario, hay una parte interna que empieza a moverse, aunque sea de a poquito.

La primavera no exige. Acompaña. No llega para decirnos que tenemos que ser otros. Solo nos recuerda que tenemos derecho a florecer. A volver a intentar. A volver a ilusionarnos. A dar ese primer paso, aunque no sepamos cómo se verá el camino más adelante.

Florecer no significa que todo esté perfecto. A veces florecer es volver a sentir esperanza. Es recuperar la alegría por cosas sencillas. Es mirar con más cariño lo que tenemos cerca. Es volver a conectar con lo que hace bien. Y eso puede pasar en cualquier momento. En medio de un paseo, viendo cómo los árboles empiezan a cambiar, sintiendo el sol tibio en la piel, escuchando el canto de los pájaros al amanecer. La primavera se cuela por los detalles. Y a veces, sin darnos cuenta, el alma empieza a florecer también.

Abril es el mes ideal para hacernos preguntas bonitas. ¿Qué quiero cuidar más este mes? ¿Qué parte de mí merece volver a florecer? ¿Qué nuevos comienzos quiero regalarme? No hace falta correr. Ni cambiarlo todo. Solo hacer espacio para lo nuevo. Y confiar en que estamos creciendo, aunque no siempre se note.

Tal vez esta vez florezcas distinto. Tal vez ya no seas quien eras hace un año. Y eso está bien. Las estaciones cambian, los árboles también. ¿Por qué no habríamos de hacerlo nosotros?

Que este mes te llene de cosas buenas. De colores que te hagan bien. De personas que te sumen, de momentos que te calmen. Y sobre todo, de esa paz que llega cuando dejás de exigirte tanto… y empezás a cuidarte mejor.

Porque cuando uno se cuida, florece. Y cuando florece, la vida se vuelve más clara, más ligera, más viva.

Que abril te abrace con luz. Y que florezcas, aunque sea de a poco.

Desde mi rincón al tuyo,

L. Luna.


Entradas populares de este blog

LO QUE ME ENSEÑÓ EXTRAÑAR

LA MAGIA DE CREER EN LOS SUEÑOS Y LUCHAR POR ELLOS

BIENVENIDOS