LO QUE ME ENSEÑÓ EXTRAÑAR

Extrañar no es tan sencillo como decir “te echo de menos”. Es una sensación que llega cuando menos la esperas, en medio de una conversación, al ver una foto vieja o simplemente caminando por la calle. A veces duele, otras veces te hace sonreír, pero siempre deja algo adentro. Con el tiempo entendí que extrañar no es algo que se quita o se supera por completo. Se aprende a vivir con eso. Se acomoda en la rutina, en los pensamientos, en las pequeñas cosas del día. No necesitas estar triste para extrañar, ni llorar para sentir que algo te falta. A veces simplemente sabes que alguien o algo importante ya no está, y lo sientes. He extrañado personas que ya no están físicamente, pero también he extrañado versiones de mí que existieron en algún momento. Extrañé conversaciones, lugares, etapas de la vida que fueron especiales. Y eso me hizo darme cuenta de cuánto valor tuvieron. Porque uno no extraña lo que fue insignificante. Extrañar también es una forma de recordar lo bueno que tuvimo...