VOLVER A TI: LA META MÁS BONITA DEL AÑO

 


Llegó julio.

Y no sé si a ti también te ha pasado, pero yo siento que este año va corriendo. Apenas nos estábamos acostumbrando a escribir “2025” y de pronto ya estamos a la mitad. A veces me da la impresión de que, si me distraigo un poco, ya será diciembre. No lo digo con angustia, sino con esa mezcla de sorpresa y curiosidad que aparece cuando uno se da cuenta de lo rápido que pasa el tiempo.

El otro día, mientras buscaba unas notas de trabajo en mi agenda, sin planearlo me encontré con esas primeras páginas donde escribí mis metas del año. La compré con mucha ilusión, especialmente porque tenía ese espacio para anotar lo que quería lograr. Me gustó la idea de comenzar el año organizando mis sueños, escribiéndolos en papel, con calma, con esa sensación bonita que traen los comienzos. Recuerdo que me senté con una taza de té de canela y escribí lo que quería construir, sin presión, simplemente con ganas de hacerlo bien.

Volver a leerlo meses después fue como asomarme a una parte de mí que había quedado un poco olvidada. No todas las metas están cumplidas, y algunas ya no se sienten tan importantes como entonces, pero lejos de sentirme mal por eso, lo que sentí fue una especie de tranquilidad. Porque aunque no he logrado todo, he crecido en muchas formas que no estaban anotadas. He cambiado de ideas, he ajustado mis prioridades, y he entendido que no todo tiene que cumplirse al pie de la letra para tener valor.

En medio de todo eso, recordé una frase que escribí como lema en el blog a principios de año:
“No necesitas esperar a otro año para comenzar de nuevo. El regalo más hermoso que puedes darte es la aceptación de tus propios tiempos.”

Y me sigue haciendo sentido.
Porque este año, más que ir cumpliendo cosas a toda velocidad, he aprendido a hacer pausas, a escucharme, a elegir sin tanta prisa. He entendido que hay procesos que no necesitan acelerarse, y que a veces vale más volver a ti, reconocer lo que necesitas, y darte el permiso de hacerlo diferente.

Volver a ti no es un retroceso. Es una forma de reencontrarte.
Es parar un momento y preguntarte si todo lo que estás haciendo va en la dirección que realmente quieres.
Es darte espacio para retomar ideas que habías dejado en pausa.
Es ajustar tus metas, no desde el fracaso, sino desde la claridad.
Es empezar de nuevo, no porque fallaste, sino porque aprendiste algo en el camino.

Y si llegaste a julio con la sensación de que algunas cosas se han quedado a medias, está bien. No todo se construye en seis meses. Hay metas que florecen en octubre, en noviembre, o incluso en años distintos a los que imaginamos. Lo importante es no soltar lo que realmente te importa, y sobre todo, no soltarte a ti.

Todavía hay tiempo para retomar lo que habías postergado.
Todavía hay espacio para corregir el rumbo si algo ya no te hace sentido.
Todavía estás a tiempo de volver a eso que te hace bien.
Y eso también cuenta como avanzar.

Este no tiene que ser un año perfecto. Solo tiene que ser un año honesto. Un año en el que puedas reconocerte, cuidarte y también animarte a seguir, incluso si vas más lento que otros. Un año en el que, por encima de todo, decidas volver a ti. A tu manera de ver la vida. A tu forma de soñar. A tus ideas, tus ganas, tus planes que tal vez nadie entiende, pero que para ti significan mucho.

Volver a ti no es un objetivo más en la lista. Es una forma de vivir con más calma, con más intención y con más verdad.
Y si lo logras, aunque sea poquito a poco, entonces este año ya está dejando algo valioso.

He aprendido que cada persona tiene su ritmo, y que la vida no es una carrera con fechas fijas. Y no por eso vale menos. La vida no es una línea recta ni un mapa que todos seguimos por igual. A veces damos pasos hacia adelante, luego otros hacia los lados, a veces nos detenemos sin saber bien por qué… y de pronto, algo se acomoda. No todo se cumple como lo planeamos, y muchas veces lo que más nos cambia es precisamente aquello que no esperábamos.

Hay metas que evolucionan con el tiempo, que se transforman mientras crecemos. Hay cosas que antes nos ilusionaban y ahora ya no, y eso también está bien. Porque a veces crecer no se trata de agregar más, sino de soltar con conciencia lo que ya no encaja. Por eso es tan importante darte permiso de ajustar tus planes sin sentir que estás fallando. No estás fallando. Estás viviendo, aprendiendo, adaptándote. Estás haciendo lo mejor que puedes con lo que tienes hoy.

Así que no te desanimes si sientes que hay días en los que vas más lento. No te midas por lo que no has logrado, sino por lo que te ha costado llegar hasta aquí.

Y si algún día sientes que no estás avanzando, te propongo algo: escribe en una hoja todo eso que tú consideras “pequeño”. Las decisiones difíciles que tomaste, las veces que elegiste la calma, los días que no te rendiste, aunque nadie lo supiera.
Te apuesto a que vas a terminar con una lista larga.
Porque lo que haces en silencio, con amor, con esfuerzo, también cuenta. Mucho más de lo que imaginas.

No tienes que hacerlo perfecto. Solo tienes que ser fiel a ti.

Y si hoy eliges volver a ti, con todo lo que eres, con tus pausas, tus dudas, tus ganas y tus pasos firmes aunque sean cortitos… entonces ya estás caminando hacia algo bonito.

Y eso, créeme, también es un logro.

Entradas populares de este blog

LO QUE ME ENSEÑÓ EXTRAÑAR

LA MAGIA DE CREER EN LOS SUEÑOS Y LUCHAR POR ELLOS

BIENVENIDOS